Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y
compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos,
donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos
juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver…
Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos…
Memorias de Adriano
- Marguerite Yourcenar -
1 comentario:
Cómo alivia saber que alguien reflexionó sobre su final, con valentía y lucidez.
Gracias, Marta.
Casiopea
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